LUZ EN EL PENSAMIENTO

11 de noviembre de 2024

 

Nosotros somos Luz. Hay una fuente inagotable de ella en nuestro interior. La podemos ver brillando en nuestras palabras, cuando expresan la verdad y la belleza. Y en nuestros pensamientos, si son positivos y apoyan la vida.

Aquello en lo que nos enfocamos tiende a manifestarse. Esto es sabido. El pensamiento armonioso crea una atmósfera apacible a nuestro alrededor, un entorno sereno y cálido en el que las relaciones se vuelven afables. Nos fiamos de las otras personas porque emanan cordialidad, empatía, calidad humana.

La voz interior le comunicó a Eileen Caddy, cocreadora de la comunidad espiritual de Findhorn, en Escocia, la importancia de mantener la mente enfocada siempre en la confianza, la generosidad; en la Luz y la belleza:

“En mis meditaciones nocturnas se me presentó un tema que iba a ser la piedra angular de mi pensamiento. Constantemente se me decía que desterrara los pensamientos negativos reemplazándolos por positivos, a fin de elevar las vibraciones. Hacia mediados del año 1963 comencé a recibir instrucciones específicas acerca del arte del pensamiento positivo. Tenía que aprender que uno puede crear cualquier cosa a través del pensamiento y que hay técnicas específicas para tener éxito, tales como repetir las afirmaciones.

El primer maestro espiritual de Peter le había dado lecciones de pensamiento positivo que le habían suministrado las bases de su extraordinaria visión optimista de la vida, su concentración precisa en la tarea que tenía entre manos, excluyendo todo lo demás, y su determinación de perseverar hasta que la tarea estuviera concluida. […] (1)

Comencé a estudiar las enseñanzas sobre pensamiento positivo. Las leía todas las noches diciendo las afirmaciones en voz alta, una y otra vez. Me sentía muy tonta, sentada sola repitiendo “yo soy poder, yo soy verdad, yo soy amor”, ¡y esperaba que nadie pasara y me oyera! Además, no creía lo que estaba diciendo. Me sentía más una miserable pecadora que un poderoso ser de luz. Sin embargo, perseveré con animación y poco a poco mi actitud empezó a cambiar, imperceptiblemente al principio y luego en forma notable. Peter le comentó a Naomi en una carta:

“[…] Han ocurrido milagros. Eileen está ahora completamente cambiada. […] Se hizo un gran corte en el pulgar y afirmó: “Yo puedo curarlo”, y poco más tarde la herida estaba completamente curada y sólo le quedaba una marquita para recordársela”. (2)

Por supuesto, estos cambios no se produjeron de la noche a la mañana, y muchas veces me descarriaba. Pero había hecho un adelanto importante. Había captado la importancia de la actitud mental”. (3)

Uell S. Andersen se expresa, con contundencia, en el mismo sentido, con esperanzadoras palabras:

“Hemos convencido al Yo interior de que tan solo es válido aquello que se acepta y en lo que se confía, y ahora tenemos que desarrollar el hábito de elegir solo los pensamientos y las ideas que aportan algo positivo. Tenemos que aprender a aceptar solo lo bueno. […] Hemos de disponernos deliberadamente a aceptar el amor, la ternura, la esperanza, la alegría, la expansión, la abundancia, la salud y el vigor. Al mismo tiempo debemos rechazar conscientemente el dolor, el sufrimiento, la depresión, el malestar, la inferioridad, los pesares y las desgracias. Estamos diciendo que nada es verdad salvo lo grande, lo bueno y hermoso, aquello que puede aportarnos beneficios”. (4)

Tenemos la posibilidad de elegir lo que ponemos en nuestra mente. Y ello se reflejará en la vida que vivimos, en nuestra salud, la relación familiar, las condiciones laborales, la economía.

¿Por qué vamos a llenarnos de pensamientos que nos amargan la existencia, nos paralizan, nos sepultan en la más absoluta desolación, pudiendo pensar sobre nosotros —y sobre todos— en lo radiantes que somos, en lo plenos y capaces de triunfar en cualquier situación que se nos presente?

Os animo a que alberguemos, a lo largo del día, pensamientos que nos apoyen, que nos recuerden el poder que Dios puso en nosotros; a que pensemos en términos amorosos, de éxito, de paz, de abundancia. Porque el pensamiento tiene el poder de dar forma a la materia, de inclinar nuestras vidas, de diseñar nuestro futuro.

Un afectuoso abrazo.

Hasta el próximo día.

                                                   

  


      1. Caddy, Eileen, Fui un instrumento de Cristo. Ed. Longseller. Argentina, 1971, pág. 130.
      2. Ibid., pág. 132.
      3. Ibid., pág. 133.
      4. Andersen, Uell S., en Tres palabras mágicas, citado en Dyer, Wayne, Todo lo que puedas imaginar, Ed. Debolsillo, Barcelona, 2013, pág. 49.

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