LA HISTORIA DE UNA BENDICIÓN

20 de septiembre de 2024

 


Hay en el hecho de bendecir un poder desconocido y una sabiduría profunda.

Bendecir es un acto de amor, una manera de reconocer la hermandad que, como un hilo de invisible luz, nos conecta a todos.

Hoy quiero compartir contigo, apreciad@ amig@, la siguiente experiencia vivida a finales del siglo pasado por Frieda, una enfermera jubilada. La historia, breve, la recoge Pierre Pradervand (1) como sigue:

  “Durante más de diez años, Frieda se pasó catorce horas al día, instalada en la zona más ajetreada de la estación, ¡bendiciendo a la gente! Siempre se negó a conceder entrevistas, explicando sencillamente que había sentido que Dios la llamaba a realizar esa tarea. Su ejemplo me impactó de una manera muy especial porque su definición de la bendición es exactamente la misma que yo había escrito en el libro El arte de bendecir: desear el bien, verdaderamente, a la gente, los acontecimientos y las situaciones que uno enuncia.

     Con el paso de los años, Frieda debió de bendecir a millones de personas. Cada día, sus ojos se desplazaban constantemente de una persona a la siguiente, con sus brazos sobre el respaldo de una silla de ruedas en la que solo se sentaba (muy raramente) para tomarse un pequeño descanso. Cada mañana alguien la acompañaba a la estación y venía a buscarla por la noche; lo único que sabemos es que vivía en un hogar para ancianos. […]

     Frieda fue una peregrina de los siglos XX y XXI, a su manera, y estoy dispuesto a creer que su impacto final sobre el mundo ha sido mucho mayor que el impacto de aquellos que, según los medios de comunicación, “mueven los hilos” del mundo de hoy”.

No me cabe la menor duda de que la acción callada y anónima de Frieda mejoró la vida de la gente de un modo que no podemos cuantificar.

Bendecir es una experiencia extraordinaria y bella. Un acto que nos reconcilia y nos devuelve la paz.Donde veas conflicto y sufrimiento, afirma el bien y la alegría. Desea el bien a todos los seres humanos, en cualquier circunstancia.

Personalmente, no deseo pasar por el mundo habiendo únicamente deambulado por él.

Si puedo, humildemente, contribuir en algo al bien del mundo, quiero hacerlo. 

Hasta el próximo día.

Un afectuoso abrazo.


  1. Pradervand, Pierre, 365 bendiciones para sanarme a mí mismo y al mundo. Ediciones Mensajero. Bilbao, año 2017. (págs.. 167-168) 
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