15 de Mayo de 2025

Alison es una docente que trabajó durante años en la misma escuela que Marilyn. Ambas excelentes maestras, entregadas y talentosas. Pese a todo, Marilyn acabó abandonando su trabajo.
Jampolsky comparte con nosotr@s los motivos que la llevaron a tomar aquella decisión y a renunciar a una profesión que había amado tanto.
“[…] Cuando comenzaron, tenían el mismo entusiasmo por su profesión. Sin embargo, diez años más tarde Alison sigue entusiasmada con la enseñanza y está siempre explorando nuevos planes de estudios y nuevos métodos de aprendizaje. Marilyn, en cambio, acaba de renunciar, se siente deprimida, resentida y dolorosamente agotada.
¿Qué es, pues, lo que determinó la diferencia? Tenemos aquí a dos personas que partieron por carriles paralelos pero cuyos puntos de llegada resultaron ser muy, muy diferentes. Sin duda, la sobrecarga diaria de politiquería escolar y de burocracia administrativa cobra sus tributos. Pero ambas tuvieron que luchar con esas cosas. ¿Cómo fue que Alison no sólo logró sobrellevarlas sino que además siguió teniendo una experiencia gratificante y positiva mientras que su compañera quedó agotada y terminó por renunciar?
No fue lo que sucedía en el mundo exterior lo que marcó la diferencia para estas dos jóvenes maestras; fue lo que ocurría dentro de ellas. Sus actitudes y sus metas eran muy distintas, y eso es lo que determinó la diferencia.
Marilyn, la que finalmente se agotó, tenía en mente un panorama muy definido de lo que debía ocurrir en clase para que ella sintiera que había logrado buenos resultados. Su idea era que los alumnos deberían respetarla y apreciarla, tal como ella había respetado y apreciado a sus maestros cuando era escolar. Quería que los alumnos absorbieran toda la información que impartía y que la vertieran en sus trabajos y exámenes como ella había previsto. Tenía un plan similar para las autoridades escolares y sus compañeros de trabajo. Cuando estos ideales no se cumplían por parte de los alumnos u otras personas, Marilyn se ponía a buscar, consciente o subconscientemente, a alguien o algo a lo que culpar: los alumnos, las autoridades escolares, otros docentes, los padres, la sociedad o ella misma.
Alison, por su parte, tenía metas muy diferentes para su trabajo. Esas metas eran siempre alcanzables porque se circunscribían a lo que ella podía controlar. Alison había optado por hacer que su única meta fuera su propia tranquilidad de espíritu. Todos los demás esfuerzos eran expresión de sus intenciones, y unas veces resultaban y otras no. Parecía tener una energía ilimitada para estar simplemente presente con sus alumnos y sentirse unida a ellos, en lugar de desempeñar un rol antagónico. Como no se aferraba a los resultados inmediatos, rara vez agotaba su energía.
Alison había aprendido un importante principio de la Curación por la Actitud. Aprendió que podemos elegir no basar nuestra felicidad en la forma como se desempeñan otras personas. Esto no debe confundirse con despreocupación. Por el contrario, Alison eligió no regalar su poder a los alumnos, compañeros, padres o autoridades de la escuela en la que trabajaba. Como no colocó a los alumnos en la posición de “enemigos” suyos pudo motivarlos, orientarlos y educarlos aceptando lo que ellos elegían para ellos mismos. Al aceptar las elecciones individuales de sus alumnos, Alison de hecho estaba “enseñando lo que quería aprender”, que en su caso era el amor incondicional, la capacidad de apoyar y querer a otros sin imponerles condiciones que debieran cumplir. Ciertamente, establecía pautas para sus alumnos, pero no amenazaba con retirarles su amor o su atención cuando no se atenían a ellas.
Alison comprobó que podía aprender y practicar el amor incondicional en el aula de un modo que beneficiaba a todos. Tener amor incondicional hacia los alumnos no significaba respaldar sus desvaríos. Significaba abstenerse de juzgar y criticar a los demás. Luego examinaba su propio interior, buscando consejo dentro de ella misma, y se preguntaba qué era lo que debía pensar, decir y hacer en cada nueva situación. Por lo general, encontraba guías claras y definitivas. Eran respuestas frescas y creativas que provenían del amor incondicional y estaban libres de sentimientos negativos de rencor y desilusión, o de libretos predeterminados que ella hubiera escrito para otras personas. […]
Cuando cambiamos el foco de atención en nuestra vida, eligiendo la tranquilidad de espíritu como único objetivo, estamos en condiciones de desprendernos de las metas inalcanzables que podríamos tener de cambiar a otras personas o al “mundo exterior”… (1)
Desde aquí envío, con inmensa gratitud, una amorosa bendición y reconocimiento a todos los docentes, que cada día llevan a cabo tan importante tarea.
Un afectuoso abrazo.
Hasta el próximo día.
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Gerald G. Jampolsky y Diane V. Cirincione, CAMBIA DE IDEA, CAMBIARÁ TU VIDA, Ed. Altaya. Barcelona, 1995. Págs. 173 y sig.
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