UN CAMINO DIFERENTE

1 de septiembre de 2025

Conversaba estos días con una amiga sobre las creencias que albergamos los seres humanos, y lo mucho que llegan a limitar nuestras vidas.

Hay en nosotros programas inconscientes, llenos de ideas, actitudes y pensamientos que trabajan en contra de nuestra felicidad y de la felicidad de los demás. Pero aún conservamos la libertad de elegir los que ponemos en nuestras mentes. Y eso es un gran don.

Tengo absoluta confianza en el ser que Dios creó. Sé que podemos cambiar de comportamiento, vivir una vida de integridad y plenitud; que no necesitamos buscar constantemente a alguien a quien culpar de lo que nos pasa; que podemos aprender a perdonar y a perdonarnos. A relacionarnos con cordialidad con los demás.

Está en nuestras manos conservar nuestra paz espiritual, incluso aunque hayamos pasado por situaciones muy duras o nos hayan lastimado profundamente.

Personalmente, no quiero que nadie ahí afuera decida con su comportamiento cómo he de sentirme o cómo he de reaccionar. Nadie nos puede arrebatar la calma interior si nuestra elección es vivir en paz.

Nuestras vidas pueden mejorar. Muchísimo. Y lo harán, porque tenemos la capacidad de reconocer el amor y la bondad que hay en nosotros. Y de reentrenar nuestras mentes, como hizo Gerald Jampolsky con su propia vida, consciente de que las creencias que albergaba sobre sí mismo estaban a punto de destruirlo.

Había pasado cincuenta años perdido en hábitos perniciosos y comportamientos que lo dañaban y lo hacían sentir culpable. Mas no lograba salir de aquella situación. Todo ello lo llevaba a creer que no merecía ser amado. De modo que un hondo resentimiento hacia sí mismo había ido creciendo en su interior con el paso de los años hasta convertirse en un odio intenso. Y aunque ofrecía la apariencia de un hombre seguro, lo cierto es que la idea de que lo rechazaran lo aterraba. Por ello, levantaba un muro entre él y el mundo. Ni las psicoterapias ni el  psicoanálisis habían podido ayudarlo y acabó por convencerse de que siempre sería un fracasado.

     Al recordarlo —nos dice Jampolsky—, me doy cuenta ahora de que mis actitudes negativas y temerosas respecto de mí mismo afectaban todos los aspectos de mi vida. Aunque profesionalmente logré un gran éxito —según lo evalúa el mundo—, mi vida interior distaba mucho de ser un éxito, pues estaba plagada de conflictos.

Aquella manera de ser y de comportarse complicó mucho su relación con los abogados que se ocuparon de su divorcio. Temía al amor y a las relaciones íntimas porque creía que lo convertían en alguien vulnerable Sentía pánico ante la idea de resultar herido. De modo que unas veces se autoculpaba y en otras ocasiones echaba la culpa sobre los demás. Pasaba gran parte de su tiempo tratando de controlarlo todo: los acontecimientos, a las personas, a sí mismo… Su vida era un profundo tormento.

          Ahora me doy cuenta —asegura el autor—, de que no era yo el único en tener esta visión del mundo. Hay muchas otras personas que transitan por la vida con los mismos sentimientos que he descrito.

No obstante, en 1975, bastante anulado ya por el alcohol, creyéndose completamente fracasado y convencido de que no había nadie que pudiera ayudarlo, una amiga, Judith Skutch Whitson le entregó un ejemplar aún inédito de una obra titulada Un Curso de Milagros. Él era un ateo convencido y no le interesaba nada relacionado con lo espiritual pero aceptó el manuscrito. Y esto cambió su vida:

     El curso era acerca del poder del amor y el perdón y de cómo ambos pueden ofrecernos absolutamente todo lo que deseemos. Cuando me convertí en alumno del curso, mi vida comenzó a cambiar en forma notoria y a asumir un significado y un propósito totalmente diferentes.

A través de aquella lectura y poniendo en práctica lo que propone, la vida de Jampolsky hizo un giro de 360 grados. Se dio cuenta de que eran sus pensamientos sobre el mundo y sobre él mismo los que creaban su realidad. Comprendió que lo que debía cambiar eran esos pensamientos, sus actitudes y creencias, en lugar de su conducta. Con estos cambios, empezó a sanarse de tantas ideas y conceptos erróneos. Una nueva realidad, pacífica y auspiciosa, comenzó a dibujarse en su horizonte:

     A medida que fui dejando de aferrarme al temor y la culpa y empecé a preocuparme más por “dar” que por “recibir”, también comencé a experimentar una paz interior que hasta ese momento jamás habría creído posible.

Dejó de estar obsesionado  por sí mismo y empezó a tener más en cuenta a los demás. Brotó en él la fe en que podía confiar en un poder superior que lo condujera por senderos de armonía. La presencia del amor y del perdón entraron en su vida, dulcificándola y haciéndola feliz. Abandonó el impulso de controlar a la gente; puso su vida en manos de Dios y fue entonces cuando los milagros llegaron. (1)

Podemos liberarnos de las actitudes y pensamientos que nos hacen infelices. Nuestro verdadero ser solo contiene pensamientos de bondad y de amor. Y es posible para todos recuperar esa condición. El camino está despejado para cada uno de nosotros. En palabras de Jampolsky:   

     “[…] Cuando nos libramos del miedo, sólo queda el amor.

     A medida que comenzamos a aplicar estos principios en cada parte de nuestra vida, nos es de ayuda considerar la “salud” como una paz interior y la “curación” como el proceso de librarse del miedo. Este proceso se basa en la premisa de que cada instante nos brinda una nueva oportunidad de volver a examinar nuestra vida y de elegir otra vez qué es lo que queremos sentir: amor o temor, paz o conflictos”. (2) 

¿Mejorarán todas nuestras relaciones con otros seres humanos cambiando de actitud hacia ellos?

Y la respuesta es sí.

¿Y seremos más felices? ¿Sentiremos más paz?

La respuesta vuelve a ser sí, eso también.

¡Pues vamos a hacerlo!

El momento de empezar es ahora.                              

Porque, verdaderamente, cada uno de nosotros es un regalo en la vida de otras personas. Y una bendición para toda la humanidad.

Hasta el próximo día. 

                                                 

________________________

  1. Esta experiencia está relatada en la obra: Jampolsky, Gerald., Cirincione, Diane V., Cambia de idea, cambiará tu vida. Ed. Altaya, Barcelona, 1995. Págs.25 a 27.
  2. Ibid., pág. 29.

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Armonía Martín
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