Hay una infinita belleza en el universo que habitamos, y una profunda sabiduría que la vida comparte con nosotros.
Cada ser humano puede elegir el sosiego interior, pensar con calma, actuar con serenidad. Existe un hermoso sendero que conduce a esos estados apacibles, mas la crítica, el enjuiciamiento, las comparaciones ocultan el camino y nos alejan de nuestra propia armonía.
A poco que nos observemos, nos daremos cuenta de que somos auténticas máquinas de juzgar a los demás.
Cada crítica que hacemos a alguien niega la luz de Dios en ese ser. Es un peso que cargamos sobre el mundo. Las críticas proceden de nuestros pensamientos y actitudes. Son campos de energía que se expanden por el entorno e impregnan el ambiente. El aire queda enrarecido y afecta al estado de ánimo y al bienestar de la persona.
Cuando entramos en contacto con espacios donde la gente nos acepta como somos, sin censurarnos; en lugares armoniosos, libres de ese lastre, nos sentimos felices y revitalizados. El amor que somos, la dicha brotan de manera natural en nosotros. Hay un fuerte sentimiento de fraternidad y comunión con toda la vida.
Un estado de continua Gracia nos está aguardando. Nuestra sabiduría interior nos empuja a ir más allá de las apariencias, de la murmuración, y permite que la radiante luz de las personas se muestre ante nosotros. Démosle a cada ser la oportunidad de revelarnos su bondad y todas las maravillosas cualidades que posee.
Nos hacemos daño unos a otros con esos comentarios innecesarios. Es una pesada carga que arrastramos desde siempre, y a la que nos hemos acostumbrado.
En lugar de enjuiciar, podemos bendecir:
“Cuanto más bendecimos incondicionalmente, tanto menos juzgamos a los demás. Es una experiencia interior asombrosa. Dejamos simplemente que los otros sean”. (1)
No nos es posible ni imaginar cómo nos sentiríamos con un espíritu libre de juicios.
La esencia misma de nuestro ser es de incesante bendición, de infinita Gracia. Hagamos un espacio para la paz en nuestro interior renunciando a la crítica y a los constantes comentarios verbales y mentales. Permitiendo que cada ser humano sea.
Vamos a sostener pensamientos elevados sobre nosotros mismos y sobre los demás. A apoyarnos mutuamente. Abramos bien los ojos del corazón para ver la brillante luz de nuestros hermanos y hermanas del mundo. Esta es una manera extraordinaria y eficaz de contribuir a la mejora y transformación de la vida en este magnífico planeta.
Porque, verdaderamente, lo importante es amar.
Hasta el próximo día.