10 de Abril de 2025
Es sabido que aquello en lo que ponemos la atención tiende a manifestarse. Todos poseemos esta herramienta maravillosa, la de enfocarnos en lo que es para nuestro mayor bien y el mayor bien de todos. Este hecho produce cambios positivos; puede transformar nuestras vidas y mejorarlas considerablemente, como demuestra la extraordinaria experiencia que Jampolsky comparte con nosotros y que pone de manifiesto que no hay límite a lo que podemos conseguir cuando nos unimos en el Amor:
“Un martes por la noche me encontraba en una reunión con un nuevo grupo de adultos en el Centro, hablando sobre los conceptos de la sanación de la actitud en lo que se refería al alivio del dolor. Sentada a mi izquierda estaba una mujer de unos cuarenta años llamada Sarah que dijo que tenía metástasis cancerosas y que no había dejado de sentir dolores durante más de cuatro meses aunque estaba tomando grandes dosis de varios medicamentos contra el dolor.
—¿Te gustaría tener paz de espíritu aunque sólo fuera por un instante? —le pregunté.
—Sí —respondió—. No he tenido paz en absoluto durante años. ¿Cómo puedo conseguirla?
—Lo que tienes que hacer —le dije—es mirar a cada una de las personas de esta sala y amarlas con todo el amor que tienes dentro de ti sin esperar nada a cambio.
Sarah respondió que estaba dispuesta a hacerlo pero parecía tener algún que otro recelo. Pedí a los que estaban en la habitación que concentraran toda su atención en amar a Sarah sólo por un instante. Cuando todos dieron su conformidad, añadí que nadie preguntaría después a Sarah cómo se sentía. Dije esto porque al evaluar el amor bloqueamos nuestra conciencia del mismo como resultado de nuestra falta de confianza. El amor es un estado de confianza total y absoluta basada en la verdad.
Cuando pasó el momento de compartir amor, la reunión continuó como de costumbre. Un par de horas después estábamos despidiéndonos y entonces Sarah se puso en pie y dijo que no podía callarse más tiempo, que tenía que decir a todo el mundo que el dolor había desaparecido. Luego, con lágrimas en los ojos, abrazó a todos los miembros del grupo.
Creo que lo que Sarah experimentó fue una unión a través del amor con algo que antes le parecía fuera de su alcance. Durante un momento tomó conciencia de que no estaba sola. Cuando se involucró por completo en dar amor, que era su ser, no prestó atención a su ego ni a sus preocupaciones en lo referido al dolor. Llegó a desprenderse del dolor al conseguir separarse de la imagen de debilidad, vulnerabilidad, aislamiento e indefensión que tenía de sí misma…
Un simple momento de amor como el que Sarah experimentó nos puede hacer ver lo erróneo de la imagen que tenemos de nosotros mismos, ya que trae a nuestra mente con toda claridad el hecho de que estamos completamente integrados y unidos con toda la vida y que ningún tipo de consuelo, de socorro o de sanación está fuera de nuestro alcance”. (1)
Ciertamente, cuando nos unimos en el Amor se producen milagros maravillosos. Se sanan heridas que no pueden ser restañadas de otro modo. Y el sendero de nuestras vidas se ilumina con un apacible resplandor.
Un afectuoso abrazo.
Hasta el próximo día.
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Jampolsky Gerald G., ENSEÑA SÓLO AMOR, Los libros del Comienzo. Madrid, 1993, págs. 105 y ss.
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