17 de marzo de 2025

La paz es más que un sentimiento. Es una manera de estar en el mundo y de percibir la vida; un nivel de la conciencia humana al que podemos acceder porque forma parte de la anatomía de nuestra propia alma.
Todos hemos experimentado inolvidables momentos de gloriosa paz. Sabemos que es algo maravilloso. Nos sentimos muy bien. Las preocupaciones desaparecen y la dicha ocupa el espacio de las habituales preocupaciones. Confiamos en el proceso de la vida.
Cuando alcanzamos un estado de conciencia elevado, esa paz se experimenta cada vez por más tiempo y de un modo más intenso, hasta que se vuelve permanente. Y el mundo se transforma.
En el mapa de la conciencia diseñado por el doctor Hawkins, la paz calibra en 600. Es poco frecuente alcanzar esa luminosa condición, propia de los grandes maestros espirituales que han dejado su huella indeleble en la humanidad. Viven en un estado de trascendencia y en una profunda conciencia de lo sagrado.
El campo de energía de estos seres es sumamente armonioso y lleno de amor. Se dan también sanaciones y procesos de iluminación en los visitantes. La presencia de estos maestros en el mundo beneficiala vida de una manera que no podemos cuantificar.
David Hawkins nos habla de la delicada belleza que comporta esa condición que él alcanzó y comparte con nosotros su extraordinaria experiencia:
“En la paz no hay conflicto. La negatividad está ausente por completo y el amor omniabarcante se experimenta como serenidad, tranquilidad, plenitud y felicidad. Hay silencio interior y luz, un sentimiento de unicidad y libertad total. La paz es imperturbable. Las acciones no requieren esfuerzo y su efecto es espontáneo, armonioso y amoroso. Se produce un cambio de percepción del universo y de la relación con él. Prevalece el Ser interior. Se ha trascendido el yo personal con todos sus sentimientos, creencias, identidades y preocupaciones. Este es el estado último al que aspiran todos los buscadores…
Cuando el estado es alcanzado, desaparece la distinción entre sujeto y objeto, es decir, entre la persona que mira un objeto y el objeto mismo, porque lo siente todo como una Unidad. En ese estado, nada está separado de nada sino que existe una Presencia Divina que está en todoy que lo une todo.
La percepción que la persona tiene del mundo, a partir de este nivel, ocurre a cámara lenta, suspendida en el tiempo y en el espacio, donde nada está detenido; todo está vivo y radiante. Hay un gran silencio en la mente, la cual ha dejado de crear conceptos, de pensar. Todo está conectado con todo lo demás por la Presencia cuyo poder es infinito, exquisitamente suave, pero sólido como una roca.
Grandes obras de arte, música y arquitectura que calibran entre 600 y 700 pueden transportarnos temporalmente a niveles de conciencia más altos y son universalmente reconocidas como inspiradoras y eternas.
El distintivo de este nivel es la ausencia de deseos. No hay necesidad de querer nada, porque todo se manifiesta en la vida de forma espontánea y automática, sin voluntad consciente ni esfuerzo. A este nivel, los pensamientos mantenidos en la mente son muy poderosos y tienden a manifestarse rápidamente. El fenómeno de la sincronía es continuo.
No es extraordinario que los individuos en este nivel se retraigan a sí mismos del mundo, ya que adviene un estado de éxtasis que imposibilita la actividad ordinaria. Algunos se vuelven maestros espirituales; otros trabajan anónimamente para la mejoría de la humanidad. Unos pocos se convierten en grandes genios en sus campos respectivos y realizan grandes contribuciones a la sociedad. Estas personas son santos y, con el tiempo, pueden ser oficialmente designados como santos, aunque a este nivel, la religión es comúnmente trascendida para ser reemplazada por la pura espiritualidad de la cual se origina toda religión.
Las personas viajan grandes distancias para estar en este campo de energía. El devoto o buscador recibe la transmisión silenciosa del aura del maestro, una energía de alta frecuencia que se describe como “transmisión de la no mente”, “gracia del gurú” o “bendición del maestro”… Si hemos estado en presencia de un gran maestro que irradie esta energía, nunca seremos los mismos. Lo más beneficioso que nos puede ocurrir es haber estado en presencia de un gran maestro, porque absorbemos su vibración al presenciar ese estado de paz y entrega total… A través de la transmisión silenciosa, la energía del santo o maestro avanzado se incorpora a nuestra aura, a nuestra función cerebral y a todo nuestro ser.
Gracias a que esta energía de paz se transmite hacia afuera, hacia el mundo, la humanidad sigue viva. Sin ella, se habría destruido hace mucho tiempo. Por eso, nuestra evolución interna sirve a toda la humanidad. Al alcanzar estos estados elevados de amor y paz, nos convertimos en presencias salvadoras en el mundo”. (1)
David Hawkins logró esta condición después de tres años de entrega continua de sentimientos, emociones y experiencias que estaban bloqueando el camino.
Todos estamos llamados a vivir esa existencia luminosa, a irradiar el amor y la paz que somos. Si nos comprometemos con nuestra propia evolución espiritual y dejamos ir de nuestra vida lo que impide el ascenso, nos adentraremos en una dimensión del alma cuya belleza y absoluta paz no podemos ni imaginar.
Nos encontraremos por el camino.
Hasta el próximo día.
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Hawkins, David R., Dejar ir. El camino de la liberación. Ed. El Grano de Mostaza. Barcelona, 2015, págs. 183, 185.
*El título corresponde a un apartado de la obra.
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