PRÁCTICAS DE LA LUZ

24 de febrero de 2025

 

Existe en nosotros un extraordinario potencial para colaborar con el bien de las personas. Porque en nuestro interior hay algo que resplandece eternamente. Aunque lo hayamos olvidado, el Amor y la belleza siguen en nosotros. Y resulta conmovedor tomar conciencia del bien que podemos hacer incluso desde nuestro hogar, sin desplazarnos ni un milímetro del espacio que ocupamos en este momento. 

La Luz que emite un corazón que ama puede ser proyectada, enviada a seres humanos o a lugares donde hay desdicha, desolación, necesidad de bondad o de paz. Puedes envolver al mundo en la amorosa Luz de tu alma. Y eso mejorará la vida de la gente de un modo que no puedes imaginar. Porque una armoniosa unidad nos mantiene a todos conectados. Y tu intención de amparar a otros llevará tu bondad y la radiante Luz del alma a esas personas, incluso aunque no las conozcas. Tu apacible bendición puede salvar una vida. Yo las llamo las “prácticas de la Luz”. Todos tenemos acceso a ellas. Y son absolutamente reconfortantes y sanadoras.     

     “Lo más extraordinario con lo que cuentan ustedes es la capacidad de amar. Saber que pueden enviar amor a otro ser humano, desde el centro del pecho, es algo tan maravilloso que resulta imposible describirlo con palabras. Dejen que el amor fluya hacia el mundo desde sus corazones. Dediquen cada día un tiempo a sentir amor por la humanidad”. (1)

Son las palabras del místico franciscano, un personaje de mi novela En la Luz, quien ha vivido durante 50 años en los bosques alpinos. Ciertamente, si conocemos a alguien que se halla sumido en la desesperación, le podemos enviar un silencioso pensamiento de paz. Si sabemos de alguien en un estado de abatimiento, de obligada soledad, podemos envolverlo en un cálido sentimiento de Amor. Cuidar a nuestros semejantes, a las criaturas que comparten el mundo con nosotros de todas las maneras posibles. Y eso es magnífico.  

Todos hemos necesitado en algún momento que nos ayudaran. Y ese apoyo nos permitió a salir adelante e hizo nuestra vida más fácil. A veces, hemos depositado nuestras esperanzas en ilusiones vanas. Pero hay un lugar en nosotros, muy interior, donde descansan una bondad infinita y una paz imperturbable.

Acostumbro a llevar a cabo estas prácticas de la Luz en cualquier momento del día o de la noche. Y he compartido algunas de ellas en la novela:

     “Dejó a un lado aquellas consideraciones  y, como cada noche, se sentó cómodamente en una silla y se entregó a la meditación. Poco después, un sentimiento de ternura hacia todas las criaturas vino a instalarse en su pecho. A veces, ese estado se intensificaba y un amor dulcísimo brotaba de ella hacia el mundo. […]

     Si se despertaba de madrugada sin más necesidad de dormir, recordaba a sus seres queridos y los envolvía en aquel cálido afecto; a continuación pensaba en los lugares donde había conflictos, guerras, hambre… Los veía abrazados por la paz y la abundancia. Dirigentes políticos, magnates, delincuentes o gente corriente… Nadie quedaba fuera de este abrazo. Los más poderosos de la Tierra y también los más míseros compartían el corazón de Silvia y nadaban en el océano de Gracia que la bella devota albergaba en su alma”. (2)

El doctor David R. Hawkins recomienda una práctica extraordinariamente bella que él mismo acostumbra a realizar. Es un ejercicio espiritual que se puede utilizar tanto para ayudar a personas moribundas como para auxiliar a seres humanos en otras situaciones:

     […] Abrimos nuestro corazón y pedimos ser conectados con las fuerzas angélicas y convertirnos en una de ellas… 

     Nos visualizamos a nosotros mismos emitiendo el campo de energía de la compasión. Podemos empezar a hacer esta visualización ahora mismo con cualquier persona, porque, en el mundo, hay más de seis mil millones de personas y miles y miles de ellas mueren cada hora. Seleccionamos a la persona con quien sentimos que podríamos ser más amorosos: un niño en la cuna, un adolescente atropellado por un coche, alguien perforado por las balas en un campo de batalla, una madre que está dando a luz o un suicida. Entonces, visualizamos a esa persona por la que sentimos más compasión, nos acercamos a ella en nuestra imaginación y nos vemos como seres infinitamente amorosos…

     Pensamos en la agonía y en el temor de tanta gente. Después vamos a ellos y empezamos a curarlos, imaginando que los tomamos en nuestros brazos y derramamos sobre ellos el amor de nuestro corazón. El amor viene realmente de un ser elevado e irradia a través del corazón, sumergiendo a esa persona en él, y empezamos a ver que su temor se funde…. Ahora, nosotros estamos a su lado y les cuidamos y curamos de todas las maneras posibles…. Nosotros dejamos nuestro yo personal a un lado, porque aquí no es necesario. Nuestra personalidad, con sus gustos y disgustos, sus atracciones y sus aversiones, no es necesaria. Simplemente sé esa energía que fluye a través del corazón.

     Mediante nuestra buena voluntad, esa energía curativa fluye a través de nosotros y va al ser de la otra persona, vemos su transformación ante nuestros ojos; la vemos muy literalmente. Vemos que el temor abandona su expresión y que la dolorosa tensión abandona su cuerpo. Empezamos a experimentar que el dolor se va de su cuerpo y entra en ese mismo estado de paz infinita, rodeado por la energía de la vida y el amor. La persona se siente completa, total y sanada. (3)

Un ejercicio verdaderamente luminoso y bello. 

Gerald Jampolsky nos invita a la práctica del perdón, que ha servido de gran ayuda a muchas personas:

     “Cierre los ojos. Sitúese con su imaginación frente a un microscopio muy especial. Cuando usted mire por él, imagine que está viendo las células de su corazón. Mírelas cuidadosamente y observe que son células redondas, que tienen la cara sonriente. Sonríen porque están llenas y saturadas de amor. Tienen todo lo que necesitan, no precisan de nada del exterior. Su amor se extiende y se expande sin preguntar, sin juzgar. Cada célula es un microcosmos de usted y de mí. Nuestra identidad, como la identidad de la célula, es amor sin límites y, en nuestro verdadero estado, no necesitamos de nada del exterior.

     Si mira cuidadosamente con su imaginación verá la energía que irradia del amor de las células, como una luz blanca que se hace cada vez más y más brillante. Vea la luz blanca que traspasa la membrana celular y que se une a la luz blanca de las otras células del corazón. Vea ahora su corazón como una luz blanca maravillosa y pulsante, cada instante más brillante… Esa luz es un reflejo del amor de Dios. Dígase mentalmente en silencio: “Soy la luz del mundo”. 

     Ahora use su imaginación a pleno rendimiento. Visualice esa luz que inunda al resto de las células de su cuerpo. Vea cómo su cuerpo se transforma en un haz de luz. Vea a continuación su luz que se une y se funde con todos los otros haces de luz del universo hasta que solo hay una luz universal… una luz que a cada instante es más y más brillante.

     Piense ahora en alguien que le irrite o le deprima… Alguien a quien no haya perdonado por completo. Prescinda de toda percepción incorrecta que tenga de que usted le ha hecho daño o que él o ella le ha hecho daño a usted. Abandone el pasado y véalo como un sueño que se ha desvanecido. Use su imaginación y vea a esa persona caminando en la luz, haciéndose luz, y a medida que eso sucede, dígase mentalmente: “Te perdono y me perdono…” (4)

Un ejercicio poderoso que nos permite trascender el ego, abrazar el perdón, recuperar la apacible relación con la otra persona. Y recobrar la paz.

Pierre Pradervand propone una sencilla práctica para dar con la solución en determinadas situaciones que tratan de enseñarnos algo:

     “Por tanto, si sientes resistencias para bendecir a alguien, instálate en un lugar tranquilo, donde estés tú solo. Asegúrate de que nadie va a molestarte. Date todo el tiempo que necesites. Comienza por relajarte (poniendo una música apacible, haciendo algunos ejercicios de relajación acompañados de inspiraciones y expiraciones profundas). Luego, en silencio, pregúntate: ¿Qué tengo que aprender para desbloquear esta situación? Puedes dirigirte a Dios, a tu sabiduría o a tu guía interior… Lo esencial es tu deseo de aprender, de progresar. La respuesta llegará a su debida hora, quizá de una forma totalmente inesperada, pero llegará. El universo, la Providencia te ama infinitamente y quiere tu felicidad más que ninguna otra cosa”. (5)

Podemos encontrarnos diariamente en la silenciosa práctica interior de envolver con la Luz y el Amor de nuestras almas al mundo. Y a todas las criaturas que lo habitan. Es algo profundamente hermoso y sanador. Una manera anónima de apoyar la paz y el bien en la Tierra. Y cuando camines por los bosques, te detengas a escuchar el canto de un pájaro, a admirar la belleza de una flor, o pasees entre las gentes de la ciudad, algo en cada una de esas vidas te reconocerá como parte de sí misma.

Un afectuoso abrazo. 

Hasta el próximo día.


      1. Armonía Martín, En la Luz, Ed. Vía Directa, Valencia, 2024. Cap. 53, pág. 331.

      2. Ibid. Cap. 12, págs.87, 88.

      3. Hawkins, David R., Curación y recuperación, Ed. El Grano de Mostaza. Barcelona, 2015, págs. 489 y ss.

      4. Gerald Jampolsky con Patricia Hopkins y William N. Thetford, ADIÓS A LA CULPA (La magia del perdón). Ed. Los Libros del Comienzo. Madrid, 1992, págs.100, 101 

      5. Pierre Pradervand, El arte de bendecir. Ed. Sal Terrae. Maliaño (Cantabria), 2022. Pág. 60.  

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Armonía Martín
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