4 de marzo de 2025

Me preguntaba estos días qué significa vivir la vida como una oración. ¿Cómo se vive de esa manera? Y, ciertamente, tiene que ver con la forma de comportarnos en el mundo.
Comprendo lo mucho que importa ser amable y considerado con los demás; tener en cuenta su humanidad, su necesidad de ser valorados y escuchados. Estar atentos a las necesidades de los otros y dirigirles una palabra de aliento si lo necesitan. Cuando actuamos de este modo, estamos elevando la conciencia de toda la humanidad.
Se experimenta una dicha inmensa al hacer el bien a otro ser humano, al procurar su felicidad y velar por él. Al sentirlo tan cercano a nosotros mismos como sentimos a nuestros padres, a nuestros hijos, a las personas que amamos. Porque todos formamos parte de una compleja red de conciencia que va más allá de lo que somos capaces de entender, y que nos mantiene unidos.
Hay algo en el interior de las personas, de los seres sensibles, que resplandece; una luz que se aprecia con la mirada del corazón. Cuando un ser humano alcanza esa visión, ya no puede dañar nada. Y todo su interés se vuelca en proteger y amar la existencia en todas sus formas. Custodiarla con profunda reverencia y humildad. Porque en esa luz uno descubre la belleza y santidad que subyace a toda la vida.
Personalmente, para sentirme en armonía necesito estar a bien con las personas. No perjudicar o agraviar a ninguna criatura. Si he ofendido a alguien, le pido perdón rápidamente porque sé que, de lo contrario, me sentiré culpable y perderé mi paz interior, que es lo más valioso para mí.
No permitamos que los resentimientos o los enfados se acumulen en torno a nosotros. Para ser feliz hay que mantener la paz de la conciencia. Vamos a cuidar unos de otros, a apoyarnos y a facilitarnos la vida.
Podemos estar en la Tierra con una conciencia de paz y de amor, respaldándola, expresando inmensa gratitud, deseando el bien y procurando que se manifieste.
Cada pensamiento de amor que tenemos impulsa nuestra evolución espiritual.
Cada vez que bendecimos silenciosamente a otro ser, estamos trayendo el Cielo a la Tierra, y llenándola de luz.
Cuando alguien actúa de ese modo, se convierte él mismo en una bendición para el mundo. Y está viviendo su vida como una oración.
Un afectuoso abrazo.
Hasta el próximo día.